Se supone que las conclusiones de cada partido las saca el entrenador. Pero dado que nuestro míster tuvo a bien ausentarse en el partido, esas conclusiones las sacaré yo. Conclusiones según mi punto de vista, todo sea dicho.
Empezaré por lo bueno: fuimos muchos. Eso ya lo dije tras el primer partido y alguien me dijo que era por eso. Bueno. Espero que no cambie. Y no vi nada más reseñable.
En el lado negativo está el juego. De entrada, el que me conoce sabe que no me gusta el tema de los cambios por tiempo. Eso te obliga a cambiar cada cierto tiempo y a sacar del campo a la gente que lleva más tiempo. Eso tiene su lado bueno que es que la gente no se quema y está fresca durante todo el partido. Lo malo es que se puede romper un esquema de juego que está funcionando. Veo que seguimos con la idea de que si yo salgo delante sólo ataco y me olvido de defender. No. Defender defendemos todos mientras que atacar lo hacen dos y uno de apoyo. En este deporte hay tres cosas que considero imprescindibles: el compañero, el rival y el balón. Y hay que saber donde está cada uno en todo momento. En el instante en el que se pierda de vista a uno, mal asunto. Seguimos sin hacer ayudas, ni en defensa ni en ataque. No se juega en equipo. Al salir al contraataque, al rival se le pilla en el primer pase. Ese es rápido y al primer toque. Si no lo hacemos así y si quien lo puede recibir no está atento, se pierda la oprtunidad. Eso tampoco se hizo. No se puede presionar la salida del balón porque si. Eso lo manda el entrenador y todos responden. Teniendo en cuenta, eso sí, que si se sobrepasa la línea de presión, hay que recuperar, otra cosa que tampoco se hace. Y lo voy a dejar aquí porque sino me lío.
miércoles, 3 de noviembre de 2010
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